Unos 2.500 coches contaminantes protestan contra la ZBE en el centro de Barcelona

Los afectados por la Zona de Baixes Emissions se apuntan a la desobediencia

La primera vez que Mònica Xufré anunció un evento por Facebook contra la Zona de Baixes Emissions (ZBE), el 16 junio de 2016, acudieron 12 personas. A las doce del mediodía de este domingo, unos 2.500 vehículos, según la Plataforma de Afectados por las Restricciones de Circulación, han colapsado el paseo de Gràcia y la calle Aragó, entre Pau Claris y Balmes, para protestar contra esta normativa del Ayuntamiento de Barcelona.

El centro de la ciudad parecía un mercado del vehículo de ocasión. Desde un precioso Chevrolet Impala de 1959 hasta fogueadas furgonetas de transporte, pasando por motos, todoterrenos, autos de rally y campers despertaban la curiosidad de paseantes locales y extranjeros. Olía a gasolina y de vez en cuando algún viejo motor rugía para demostrar su potencia. Incluso algún conductor plantó una mesa de cámping entre coche y coche para zamparse unas llescas de pan con tomate regadas con un porrón de vino. Solo los lemas contra la ZBE y el impuesto al CO2 le daban un aire de manifestación al evento.

Con el coche del abuelo
“Nos hemos unido camioneros, autónomos con pequeñas furgonetas, gente que guarda el Seat 127 del abuelo, los de las motos, coleccionistas… –enumeraba Mònica Xufré, convertida en portavoz de esta plataforma ciudadana con 3.200 socios–. Tendrían que darse cuenta de que lo están haciendo muy mal para que gente tan distinta nos estemos manifestando hoy”.

Xufré es autónoma y conduce un Volvo de 1993 que lleva 600.000 kilómetros recorridos y que le sirve tanto para trabajar como para viajar con la familia. Desde el 2 de enero ya no puede circular sin etiqueta medioambiental por un área de 95 kilómetros cuadrados –que incluye los municipios de Barcelona (con la excepción de la Zona Franca y los barrios de Vallvidrera, Tibidabo y Les Planes) y L’Hospitalet, así como parte de Cornellà, Esplugues y Sant Adrià–, pero asegura que seguirá conduciendo incluso después del 1 de abril, cuando el Ayuntamiento empezará a multar a estos vehículos.

“Estoy practicando la desobediencia civil –afirma–. Cuando te imponen unas normas tienen que darte herramientas para que las pueda cumplir. Lo que no puede ser es que, además de no dártelas, te criminalicen, te vigilen con cámaras, te multen y te pongan a la población en contra”.

Reciclaje
Xufré se considera ecologista: “Reciclo, reutilizo y reparo”, dice. Se ha gastado 200 euros en un filtro y su Volvo ha dado 0 en el test de opacidad (humos negros) de la ITV. En línea con uno de los lemas de la concentración, Sustituir coches antiguos por nuevos no es ecológico, considera que adaptar los coches antiguos daría trabajo a muchos talleres y contribuiría a la economía circular.

Silvia Piñero González se dedica a hacer reformas en pisos y conduce una furgoneta Seat Trans de segunda mano que tiene la friolera de 36 años. Asegura que también la seguirá utilizando a partir del 1 de abril, pero para ella no es una cuestión de desobediencia civil a una norma injusta: “Es obediencia a mi vida y a mi trabajo –explica–. Esto es un atentado en toda regla. No se puede imponer una normativa de la noche a la mañana a unos vehículos que pasan la ITV”.

El ayuntamiento prevé que la ZBE contribuirá a reducir la contaminación en un 15%, pero la plataforma considera que las actividades del puerto y del aeropuerto contaminan mucho más y que se está castigando a los más vulnerables. “Queremos que nos escuchen –pide David Llort, presidente de la plataforma ciudadana–. Venimos con soluciones que la Unión Europea está aplicando en otros países, pero aquí en cambio todo es prohibir, prohibir, prohibir sin dar una alternativa”.

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