Los clásicos no preservados

Ayer me llamó una mujer pidiéndome un Ibiza de kilómetro cero, le dije que nosotros no nos dedicamos a los coches “modernos”, que sólo tenemos clásicos, y me preguntó: ¿Qué es un coche clásico?
Este es el gran problema que tenemos en nuestro país, sabemos apreciar y valorar sin duda nuestro patrimonio cultural, artístico, arquitectónico, etc. Pero, ¿qué pasa con nuestro patrimonio automovilístico? Lo desconocemos o simplemente no interesa. Es nuestro patrimonio industrial, ¿por qué no somos capaces de protegerlo? De acuerdo, ha habido automóviles de diseño acertado y otros no tan agraciados, mecánicas innovadoras y otras no tanto, coches deportivos y otros pensados para el trabajo duro, pero todos, absolutamente todos, forman parte de nuestro patrimonio industrial. Y para llegar a donde estamos hoy en día, hemos tenido que pasar por ellos.
Nadie en su sano juicio tiraría a la basura una obra artística o un edificio catalogado. Entonces, ¿por qué a día de hoy se siguen llevando coches clásicos al desguace? ¿Por qué nuestra administración no hace nada para difundir y proteger este patrimonio? Lo disimulan diciendo que es ecología y reciclaje, pero cada coche histórico, clásico o de interés que desaparece, es parte de nuestra identidad, y la estamos perdiendo.
¿Por qué otros países como Francia, Holanda y Alemania, por citar algunos, tienen claro que hay que preservar este bien? ¿Nuestros gobernantes por qué son incapaces de hacerlo?
Nos lamentaremos, en un futuro, tal y como lo hacemos hoy, por no haber sabido conservar nuestro Pegaso, Hispano Suiza, Barreiros, Ebro, Montesa, Bultaco, Derbi, etc.
Marcas reconocidas mundialmente que formaban parte de nuestra identidad, qué daban trabajo a muchas personas y que nuestros gobiernos no han sabido apoyar cuando el viento no iba a su favor.
Este es el patrimonio y valor de un país, sus marcas, su tejido y sus bienes industriales, pero aquí parece que todo esto no importa o no interesa para nada.
Parece ser que el único interés es el recaudatorio y el de agravar nuestro patrimonio automovilístico con impuestos, ahogando así, a los apasionados coleccionistas que intentan conservarlo, financiando de sus propios bolsillos este pedacito de historia.

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